Cuenta la leyenda, que un pastor llamado Kaldi cuidaba sus cabras en el monte cuando observó que estas se empezaron a comportar de una forma extraña. Luego de descubrir que esto se debía a los frutos rojos de un arbusto, por curiosidad, el pastor decidió probarlos.
Sorprendido por los efectos, Kaldi decidió llevarle muestras a los monjes del monasterio local, a quienes les explicó el efecto que provocó este fruto, como el aumento de energía y la dificultad de conciliar el sueño.
Intrigados por el relato, los monjes decidieron preparar una infusión, obteniendo una bebida con muy mal sabor. Ante el mal resultado, decidieron botar al fuego los granos restantes.
Estos comenzaron a quemarse, generando un aroma increíble. Al darse cuenta de esto, uno de los monjes sugirió tostar los granos antes de preparar la infusión, dando origen así al café que conocemos hoy.
En honor a Kaldi y sus cabras es que nace… ¡Cabras Locas!